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La suerte de descubrir a María de la Calle

En noviembre 2016, en el transcurso del quinto mes de nuestro primer embarazo, recibimos una muy mala noticia: el cuello del útero de Belén estaba gravemente acortado y las contracciones, más numerosas e intensas que las correspondientes a ese momento de la gestación, nos hacían correr un riesgo alto de parto prematuro.

La noticia nos llegó como un chorro de agua fría, porque nuestro ginecólogo no lo había identificado en el transcurso de las consultas, y el diagnostico ocurrió en un centro especializado en ecografías, donde realizamos la de la semana 20. La única solución posible era hacer reposo total en cama, y aun así nadie nos engañaba, las probabilidades de llegar a término eran bajas. El panorama pintaba gris, quedaban más de 4 meses, y nos íbamos a ver obligados a pasarlos en una cama, con Belen levantándose solo para ir al baño. La espera se hizo larga, muy larga. Las contracciones eran constantes y cada vez más fuertes, su cuello del útero se iba acortando cada vez más, y la angustia de dar a luz a nuestra primera hija de forma prematura hacía que cada día fuera una montaña que escalar hasta volver a empezar el día siguiente. 

Comenzamos a ir a La Paz como embarazo de riesgo, y allí, a pesar de que no fue ella quien nos trató esta primera vez, conocimos de la existencia de María. 

Finalmente, la lucha incansable de Belen dio resultado, tras 3 ingresos hospitalarios de varios días para parar el parto prematuro con atosiban, y después de muchas noches de angustia, en Abril de 2017 dimos a luz a Gabriela, una niña perfectamente sana, en la semana 38 + 6. Había sido un embarazo peligroso y muy angustioso, con las secuelas que esto tiene en una mujer que planea tener más hijos en el corto plazo. 

En Mayo de 2018 descubrimos que estábamos embarazados de nuevo, y decidimos ponernos en manos de María desde el principio. Estábamos agobiados, además de lo terrible del primer embarazo, habíamos perdido uno entremedias, y no sabíamos muy bien si íbamos a ser capaces de tener más hijos. Necesitábamos urgentemente alguien en quien confiar y no lo teníamos.   

Nuestra experiencia con ella ha sido inmejorable desde el primer día. María es una eminencia en el campo de la ginecología, por algo dirige la unidad de embarazos de riesgo de La Paz. En su consulta tienes la sensación de que todo está bajo control en todo momento, percibes que tiene experiencia de todo y con todos. Tanto cuando todo va bien como cuando algo no va tan bien, ella sabe un mundo y eso transmite mucha confianza al paciente. En el caso de matrimonios y en particular mujeres con inseguridades y angustias provocados por antecedentes complicados, María es capaz de transmitir esa confianza que da ánimos y tranquilidad para llegar hasta el final enteros. En nuestro caso, este segundo embarazo también resulto requerir reposo casi absoluto por el mismo problema, pero gracias al diagnóstico, la atención, las prescripciones, y la confianza transmitida por María, ha sido un embarazo muy distinto al primero. Hemos ido a su consulta prácticamente una vez cada 10-15 días desde el quinto mes de embarazo, sobre todo para monitorizar el cuello del útero y el riesgo de parto prematuro. En total unas 13-14 consultas, y en todas ellas hemos salido con la misma sensación, la de estar eternamente agradecidos de haberla descubierto. 

María recibe personas además de pacientes, tiene un trato muy profesional, pero al mismo tiempo muy muy humano, habla a sus pacientes la naturalidad de una amiga, pero con la experiencia y conocimiento del número 1 en lo suyo, no mira el reloj porque no despacha, escucha y transmite sin prisa, se preocupa mucho cuidar el embarazo a la perfección, pero también por atender a la persona (tanto a la mujer como al marido) en el plano personal. 

Es un ginecólogo distinto a todo lo que hemos visto en el pasado, con una experiencia de numero 1 y sobre todo un trato humano que es una bendición para quien necesita confianza para llegar hasta el final del embarazo. Nosotros, después de este embarazo lo tenemos claro, es nuestro ginecólogo para siempre. Tenemos la inmensa suerte de haberla conocido y tenemos la sensación de que, además de un ginecólogo excepcional, hemos encontrado una amiga. 

No me quiero olvidar de Mercedes, que con su conversación y su apoyo constante ha hecho que olvidáramos por un rato los agobios, convirtiendo las consultas y las salas de espera en mucho más amenas.

Por cierto, nuestra segunda hija también llegó hasta la semana 38+6, pero esta vez, en gran medida gracias a María, a pesar del reposo, ha sido mucho menos angustioso y no hemos tenido ingresos para frenar un posible parto prematuro. 

Os estamos enormemente agradecidos por habernos atendido tan bien, os debemos casi todo en relación al nacimiento de Belen, descubriros ha sido nuestra gran suerte, y esperamos que este relato ayude a gente en situaciones parecidas a llevar los embarazos de riesgo mucho mejor. 

Un abrazo enorme,

Belen y Pablo.  

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