EL MILAGRO DE MI HIJA CARMEN, INFECTADA POR CITOMEGALOVIRUS
Ayer esta princesa cumplió su primer añito de vida. La verdad es que, si alguien hace un año y medio me hubiera podido asegurar que iba a tener una niña tan maravillosa y tan trasto, jamás lo hubiera creído.
Hace un año y medio, en la analítica del primer trimestre, me dijeron que me había contagiado del citomegalovirus, un virus cuyo pronóstico es demoledor. Afecta al sistema nervioso central del feto y el peor momento para cogerlo es en los tres primeros meses.
No me lo podía creer. Ya de por sí yo tengo problemas en los embarazos, pero sumarle esto, era demasiado. Incrédulos, hundidos y sin poder calibrar la dimensión real del problema, decidimos hacer lo que ya nos había salido bien en el anterior embarazo, que era confiar en la doctora María De la Calle. Ella nos dijo que no estaba todo perdido, que luchásemos. Y eso hicimos, luchar.
No fue fácil, nada fácil. Tuvimos pocas las alegrías durante el embarazo. Las pruebas decían que la niña estaba afectada por el virus, que tenía daños en el cerebro y no nos podían asegurar, nadie nos podía asegurar, hasta qué punto esa afección podía influir en el desarrollo normal del feto, de mi niña. Nos informaron de todas las opciones, nos planteamos todas las opciones. Continuar o ir a un tribunal médico. Sin saber, porque no había cómo, solo podíamos seguir creyendo en María. Que lucháramos, que no dejáramos de luchar. Nos pusieron varios ciclos de una terapia que no podía curar el cerebro de mi niña, pero que podría parar el avance del virus. Y esperamos, eso hicimos, lo que estaba en nuestras manos: esperar. Esperar y confiar en María.
El 13 de septiembre de 2017 nació Carmen. Nos emocionamos. Pero teníamos que observarla: cómo se movía, su rigidez… Pruebas y más pruebas. Carmen parecía que estaba bien. Empezamos a respirar después de seis meses de angustia.
Pero ahí no acabó nuestra lucha ni la de Carmen. Ni acabará en un tiempo. Aún nos quedan muchas pruebas y muchos médicos, resonancias y analíticas, audiometrías, comprobar cada poco su evolución. Hoy Carmen es un bebé feliz, ríe a todas horas, es cariñosa, observadora y con mucho carácter. Es nuestro torbellino. Sé que nosotros tuvimos suerte, que Carmen es un regalo. Un regalo de la vida, de la ciencia, de María.